Datos personales

domingo, 19 de febrero de 2012

España: una reforma laboral a degüello

Los líderes sindicales de CCOO y UGT


Por Mirta Balea

La hibernación que produjo el anterior gobierno socialista en los sindicatos parece haber llegado a su fin, quizá porque los ciclos políticos son cortos y las prioridades se imponen. El Ejecutivo de Mariano Rajoy había prometido en campaña no subir los impuestos ni abaratar el despido y ha protagonizado en un tiempo record sus propios desmentidos.




Primero fue el alza del Impuesto sobre la Renta de Personas Físicas (IRPF), que nos cuelan en las nóminas cada mes, y del Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI), lo que ha fomentado la incertidumbre social en si podría hacerse extensivo al Impuesto del Valor Añadido (IVA) a productos y servicios. De ser ese el caso, el saco de la compra y las partidas de electricidad, alquiler, gas y otras, que llegan cada mes como un cobrador del frac temible y oscuro, llegaría a resultar imposible de mover, habida cuenta que todo sube menos los salarios.




El Real Decreto sobre la Reforma Laboral a nadie debería haber tomado por sorpresa y aún así ha sido recibido con una mezcla de indignación y decepción. En este último caso, porque Rajoy había prometido en campaña no abaratar el despido y es precisamente lo que ha hecho. No parece previsible que un trabajador entienda que si prescinden de él o le pagan menos de forma express y sin cortapisas es por su bien.




Las dos mayores centrales sindicales: Comisiones Obreras (CCOO) y Unión General de los Trabajadores (UGT), y la oposición mayoritaria, representada por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), se han revuelto contra la nueva normativa laboral, aprobada el 10 de este mes. El secretario general de la agrupación política, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha anunciado que presentara un texto alternativo a lo aprobado por el Gobierno, aparte de una enmienda a la totalidad de la ley ante el Congreso,  en el debate del próximo 8 de marzo.




La contrarreforma que presentará el PSOE contemplará lo acordado a finales de enero entre la patronal y los sindicatos en materia de salarios, negociación colectiva y flexibilidad laboral, que ha resultado ignorado por el Gobierno, según de nuncia de los agentes sociales, porque aunque dio pábulo a la reunión de los bandos se ha regido por sus propias estrategias a la hora de elaborar la ley.




Lo que resulta innegable es que la reforma del mercado laboral del Ejecutivo de Rajoy invita a movimientos, como las manifestaciones convocadas para hoy y la realización de un paro general el 29 de marzo, si los sindicatos encuentran apoyo en los próximos días cuando tomen el pulso a la sociedad.




Las reformas laborales no están concebidas para crear empleo, para esto se necesitan otros mecanismos ad hoc, pero desregularizar el ámbito laboral para facilitar el despido, sin tener en cuenta derechos adquiridos a lo largo de muchos años, no harán decrecer las cifras del paro y pueden creer una revuelta social de consecuencias imprevisibles.




Los derechos del llamado Bienestar Social en Europa, desarrollados tras la II Guerra Mundial en el siglo XX, tuvieron como abanderados a Suecia y Reino Unido, gobernados por regímenes socialdemócratas.




El  fascismo y el nazismo cayeron por efecto de la guerra y el comunismo lo hizo al tomar conciencia de su propio fracaso como sistema y todo esto a lo largo del pasado siglo. La democracia, como sistema de organización social, se fue afianzando y haciéndose fuerte, pero todos los sociólogos convienen que solo podrá imponerse definitivamente si demuestra ser más justo y más eficaz que cualquier otra alternativa.


A veces decimos que todos los caminos conducen a Roma sin percatarnos del alcance de la frase. Los dos únicos intentos de democracia en la antigüedad: el de Grecia y luego el de Roma, terminaron en imperios.




El fracaso en gobernar un territorio que venía aumentando desde la etapa de la Roma democrática debido a la incapacidad de los senadores de mover el trasero del hemiciclo y de tomar decisiones rápidas, había dado pábulo a los ambiciosos de turno, que coparon el poder y pretendieron quedárselo para siempre. Traducido al lenguaje de la era moderna, todo ocurrió por no tener los pies en la tierra ni escuchar los aullidos de la calle.




Una vez realizado un durísimo ajuste, en el tiempo record de un mes desde la llegada al poder a fines de noviembre último del equipo de Rajoy, el estado social ha quedado reducido a mínimos, como los salarios, ahora dependientes de una productividad decreciente en la mayoría de las empresas. La idea lanzada por el presidente francés Nicolás Sarkozy que de esta crisis saldría un mundo mejor se ha esfumado por completo.




La gente no cree en los políticos porque éstos se han ganado a pulso la desconfianza y porque los que llegan al Gobierno realizan la misma política económica que incide en la política social. Esto es así porque las condiciones socioeconómicas, que hicieron posible en su momento la creación de un Estado del Bienestar Social en Europa, han desaparecido y terminado con el mito de la socialdemocracia como eje impulsor de cambios favorables a los trabajadores, que dependen siempre y únicamente de como vaya la economía en cada país.




Los líderes sindicales de CCOO y UGT, reunidos con Rubalcaba, han pretendido recobrar la sinergia entre el otrora movimiento obrero, que ha dejado también de existir, y el partido que en teoría defendería su causa. No se dan las condiciones de grandes unidades productivas con miles de trabajadores con un puesto de por vida que proporcionaba una conciencia de clase sobre la que se levantaban esas masas, según el catedrático de sociología Ignacio Sotelo.




No sé si sería aventurado decir que los sindicatos no solo han hecho la ola todos estos años, sino que en realidad la han procesado ante la convicción de que el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero era "de los nuestros" y ahora hacen lo mismo con Rubalcaba. Con la nueva reforma laboral, perderán la tutela sobre los trabajadores y en su momento, también, las subvenciones, que en las anteriores legislaturas llegaron a ser cuantiosas. Esa es la razon que los mueve.




El éxito de un país como China, una mezcla de liberalismo económico con un dirigismo político, debería encender las alarmas. Aunque, por otra parte, que la democracia se haya asentado en Brasil con el socialista Ignacio Da Silva (LULA), que se movió a favor de los vulnerables durante su mandato y permitió a muchos conglomerados salir de la pobreza, resulta reconfortante y nos devuelve la fe en el sistema.




Lo que mueve a Rubalcaba queda de manifiesto en los eternos métodos de la socialdemocracia de intentar derribar al rival, no por las vías democráticas que quitaron al PSOE de en medio, sino por los bulos que quedan siempre y hacen mucho daño y no aportan soluciones verdaderas a los problemas de la gente.




La mano del PSOE, a través de Joaquín Almunia, comisario de la Competitividad en la Unión Europea, estuvo tras el guante negro lanzado contra Rajoy de que había inflado artificalmente las cifras del déficit para presentar mejores resultados en 2012. Lo divulgó Reuters esta semana. La respuesta de Bruselas resultó tibia al tratarlo como una "especulación prematura", ante las voces de un indignado presidente español que exigía un desmentido total, que probablemente llegue después, tardíamente, cuando el bulo se haya convertido en una bola de nieve.




Todo viene porque el nuevo Ejecutivo ha dejado claro que el gabinete saliente se quedó corto en documentos sobre el verdadero problema económico de España, que está en números rojos desde hace años con los que tienen que lidiar ahora los sucesores, a cada paso presas de las sorpresas. Rubalcaba ha formado parte de ese Gobierno y pretende hacer creer ahora que tiene la fórmula mágica contra la reforma laboral, que habría tenido que aplicar Zapatero, le gustara o no, de haber continuado al frente del país.




Para Alemania, el panzer de la austeridad y la reforma laboral más liberal que se haya conocido en Europa durante décadas, son lo primero, aunque arrasen con el Estado de Bienestar. ¿Quién puede recordar hoy que en 2005 tenía el mayor índice de paro del continente? El que tienen ahora sus socios de la periferia, pero del que la canciller Angela Merkel no quiere ni hablar.




En el sur se halla también Francia, donde los candidatos se enfrentan en estos días a la campaña previa a las elecciones presidenciales y que en sus programas no presentan grandes diferencias de diagnóstico sobre como enfrentar la crisis, con márgenes de maniobra tan estrechos como el de Grecia, que está que arde, o de Portugal, que ya se quema, o de España, a la que los mercados toman la temperatura, como a Italia, casi diariamente.




Muchos quieren recuperar la cartografía política tradicional de derecha e izquierda en Europa, pero a estas alturas de la película, cualquier teoría no puede ser la Teoría. La única manera de que las cosas salgan bien es si los gobiernos, al margen de los mercados, sopesan el riesgo y la oposición, en el caso español, la del PSOE, se deja de marullerías y de esgrimir las bazas populistas, que de nada le valieron en la campaña presidencial de octubre pasado, y coge al toro por los cuernos, dedicándose a dar ideas productivas. Veremos cómo será la contrarreforma anunciada por Rubalcaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario