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martes, 21 de febrero de 2012

Iran: el manto oscuro de la inseguridad





Por Mirta Balea

La presunción de que "el acceso de Irán al armamento nuclear podría jugar un papel beneficioso para la región (Medio Oriente) y aportar a la zona cierto equilibrio ahora inexistente" es el resultado de olvidar que en la guerra, una vez desatada, es inconcebible introducir el principio de moderación entre los contendientes, sobre todo si les animan odios ancestrales.

Quienes así piensan, consideran también que "la supremacía militar israelí, con al menos 200 bombas atómicas, según calcularon expertos independientes en los años ochenta, ha revelado que la asimetría militar no ayuda a progresar por el camino de la paz". Es decir, como si estuvieramos ante una tiroide que controla la diva que llevamos dentro.

Si alguien ha dado ejemplo en esa zona de luchas por la supervivencia como estado ha sido Israel en 1967. Rodeado por un enemigo numéricamente superior, que no ocultaba sus intenciones de destruirlo, los judíos estuvieron en el beril. Su pueblo y su gobierno entraron en un pánico cuando en mayo de ese año el egipcio Gamal Abdel Nasser envió seis divisiones al Sinai, sacó a las fuerzas de paz de las Naciones Unidas y cerró el estrecho de Tirana.

El miedo se vio reforzado cuando Siria y Jordania se alinearon con Egipto para sacar del Medio Oriente a los "indeseables israelíes". Lo que pretendían era masacrar la mayor cantidad de la población judia y expulsar al resto, en una reedición de la política de "solución final" de los nazis. Fue el momento en que estalló la Guerra de los Seis Días. Bajo un inmenso sentido de la libertad. los judíos lucharon y vencieron inesperadamente a los ejércitos árabes.

Decir la verdad no es lo mismo que no mentir. Ahí tenemos la leyenda que se tejió durante mucho tiempo alrededor del Chacal, ahora encarcelado en Francia. Comerció con el terror durante décadas y muchos le veían como un héroe de la resistencia contra el capitalismo, pero lo cierto es que su implicación política fue siempre la mínima, prefería la buena vida a las tiendas de campaña.

Lo que exhibe Irán en estos días, con nuevas maniobras en el estrecho de Ormuz, no es lo que preocupa a la comunidad internacional, sino la capacidad de que los misiles con los que ensaya puedan enviar a Israel ojivas nucleares. Y ojo con el nombre de los ejercicios: Sarollah o la venganza de Alá. Si alguien atacara a los persas, los armaría con pretextos miles para actuar, porque no hay régimen que disfrute más del rol de víctima y que cultive mejor la imagen del martirio.

Iran tiene problemas internos mucho más graves que su cruzada contra el estado hebreo. El paro, según cifras oficiales, es de un 11%, pero The Financial Times, The Washington Post y otros rotativos ocupados con el tema consideran que está en un 16% y la ecónomía no remonta aunque suba el petróleo, de manera que la población se hunde cada vez más en la miseria. Del porcentaje de parados, las tres cuartas partes son jóvenes, que ven en las drogas su mejor escape y se hallan resentidos contra el gobierno de Mahmud Ahmadineyah.

La línea dura de Teherán es un valor importante que cultivan con abono los chiitas del mundo para que se desarrolle la añorada revolución islámica. Ahmadineyah apoya, y no solo de palabra, a los grupos terroristas de Hamas y Hizbolá.  Les suministra armas y dinero, como a Siria, porque no puede permitirse perderlos como aliados en el Golfo Pérsico, donde lo han desahuciado las monarquías árabes.

Iran saca músculo en estos días, pero puede que su gusto por el champán oculte que su presupuesto es para cerveza, o, al contrario, que pretenda disuadir a su enemigo ( de siempre Israel y a partir de 1979, Estados Unidos, por la revolución islámica de Jomeini) de que posee un arsenal mayor que el de ellos. Ahmadineyah se considera a sí mismo un maestro en la guerra psicológica. Cuánto de realidad hay en lo que dice, es algo que está aún por verse.

Siempre me llamó la atención su cambio de apellido y su necesidad de proclamar a los cuatro vientos su interés en seccionar la yugular judía con un énfasis equiparable al de Hamas. Fue cuando su imagen se conoció en el exterior por haber vencido en las elecciones del 2005 a un carismático y ya experto en la presidencia, Akbar Hashemi Rajsanyani. El apellido original de Ahmadineyah es judío-persa, Saborjhan o pintor de hebra, el de ahora es parsi y significa de la raza de Mahoma.

Hasta que fue elegido alcalde de Teherán en 2003, por dos años, y a pesar de haber estado en importantes episodios referidos a la revolución de Jomeini, era un personaje anodino. En cuanto ocupó el cargo, dejó ver su rasgo radical echando abajo los cambios introducidos por sus antecesores, moderados y reformistas. Adoptó un lenguaje de hombre humilde para las masas empobrecidas de la República y de islamista defensor de la ortodoxia musulmana para el resto del mundo y para sus iguales.

Así que me parece altamente peligroso que alguien considere siquiera viable que, si Iran=Ahmadineyah tiene un programa nuclear en desarrollo, que aún no está claro para qué lo quiere, pueda darse un equilibrio en Oriente Medio, una de las zonas geo-estratégicas más convulsas del planeta, o, en todo caso, se lleguen a tomar a la ligera sus pensamientos de que el holocausto judío es una invención.





Hay que recordar que esa obsesión le llevó a realizar en 2005 una conferencia mundial para negar el exterminio judío, a la que asistieron miembros del Ku-Klux-Klan, incluído su máximo jefe David Duke, líderes neo-nazis, rabinos estadounidenses, que se llaman a sí mismos antisionistas dentro de la organización Naturei Karta, y clérigos y gobernantes del mundo islámico. Más adelante, en otra conferencia, expresó con claridad meridiana que Israel debía ser borrado del mapa y "la nación musulmana no permitiría a su enemigo histórico vivir en su propio corazón", llamando tácitamente al genocidio, y, en una siguiente, asegurar que pronto se asistiría "a la desaparición y a la destrucción de Israel".

Todo esto en el primer año de su presidencia, aunque después lo ha reiterado muchas veces. La comunidad internacional ha venido reaccionado airadamente a esos vertidos tóxicos porque se hacen en un contexto particularmente hostil a Israel, cuyo gobierno ha llegado a instar a la ONU a expulsar al régimen de Teherán del cónclave de naciones civilizadas del mundo. La Asamblea General se vio obligada el 26 de enero del 2007 a adoptar, ante estas diatribas, una resolución de condena al Holocausto, con el voto en contra de Irán, como era de esperar.

Ahmadineyah ha jugado sus cartas, no solo en sacar pecho en el Golfo, sino en permitir la llegada este lunes a Teheran de un equipo de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) para ampliar la información sobre el supuesto uso militar del programa nuclear iraní, denunciado en Occidente, en medio de las segundas maniobras militares en menos de dos meses para -según han dicho sus autoridades- proteger sus plantas nucleares de un ataque israelí, aunque los ejercicios estaban programados desde enero pasado.

Teherán ha puesto a prueba la resistencia de la Unión Europea (UE) amenazando a los países compradores de petróleo con cerrarles el grifo. Ahmad Galibani, vice-ministro del ramo y director de la Compañía Nacional de Petróleo, aventuró tal posibilidad. "Si continúan las acciones hostiles de ciertos países europeos pararemos las exportaciones", refiriéndose en concreto a España, Holanda, Grecia, Alemania, Italia y Portugal. El barril brent (la medida que se utiliza en Europa) ha tocado su nivel más alto en ocho meses, 121 dólares, este mismo mes.

Los ministros de Exteriores de la UE habían fijado el 1 de julio para prohibir las operaciones energéticas con el régimen iraní, de ahí la amenaza de Galibani, a modo de chantaje para propiciar una derogación de las sanciones en la confianza de que los países afectados podrían no haber encontrado suministradores alternativos, lo que es más que probable.

Hace unos días, Ahmadineyah anunció a bombo y platillo que su industria estaba en condiciones de producir barras nucleares y hasta se fotografíó con los técnicos petroquímicos. Las instalaciones nucleares en el ámbito nacional hasta 2007 eran 16. Se había informado de la existencia de 9.000 centrifugadoras, que, de funcionar al completo, estarían en condiciones de producir una determinada cantidad de uranio enriquecido al 90%.

Se ha especulado sobre una instalación bajo tierra para enriquecer uranio, a donde trasladarían unas 3.000 centrifugadoras, según fuentes israelíes, una "línea roja" que el gobierno de Tel Aviv no está dispuesto a permitir que se cruce sin reaccionar, como ha dicho el ministro de Defensa, Ehud Barak, quien viajará la próxima semana a Washington. Con que solo se enriquezca más de un 20% se puede hablar de uso militar.

Con el termómetro al rojo vivo, Estados Unidos ha enviado o enviará a una pléyade de altos cargos para pedir a Israel que no lance un ataque sorpresivo a Irán apoyándose en que no ha habido tiempo de comprobar si surten efecto las sanciones occidentales contra el régimen. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, tiene prevista también una visita en marzo a Washington, con motivo de la reunión del lobby judío AIPAC, en la que aprovechará para entrevistarse con el presidente Barack Obama.

Israel atacó a Irak y Siria en 1981 y 2007 destruyendo un par de reactores nucleares al sentirse amenazada por ambos regímenes. Entonces, como ahora, los analistas del Pentágono no estuvieron muy afilados en calcular las acciones de Tel Aviv, que decidió, con ademán bíblico, levantar la red. Netanyahu está a favor del ataque. Es un gobierno que no subestima a sus enemigos declarados porque tiene la experiencia de dos guerras importantes contra los árabes.

Enlazar con: http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com/2012/01/golfo-persico-la-guerra-del-petroleo.html

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