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martes, 1 de mayo de 2012

Venezuela: el caudillo se apaga




Por Mirta Balea

Hugo Chávez se muere. Lo sabe él y toda su parentela, acólitos y amigos. Nada lo vincula ya a la vida en esta extensa llanura terrenal. Los días han ido pasando, desde junio del pasado año, con la misma seguridad con que llegan las mañanas para hacerlo respirar aliviado. En este último mes, sus ojos han ido expresando el azoramiento de un animal acosado, consciente ya que ni la medicina cubana ni los dioses yorubas le librarán del destino final.




El gobernador Wilmar Castro ha puesto por fin los puntos sobre las íes: El presidente tiene cáncer. No es cualquier cosa y cualquier conflicto se puede desatar". Este es un devoto simpatizante que recordará la sonrisa, el tono profundo y la voz vibrante del caudillo, una vez apagados ante el misterio de la muerte.




En Cuba, ha gozado de la mejor atencíón médica, de una dieta adecuada, que para sí quisieran muchos de los nacionales. Nadie allí puede abastecerse con regularidad de alimentos o pretender tener a su alcance las medicinas requeridas como enfermo terminal, porque hasta ahora esa atención la han tenido solamente los pinchos, como se conoce a la élite privilegiada vinculada a los hermanos Castro, y no de cualquier manera, sino muy estrechamente.




El destino, que los griegos llamaron ananké y los romanos rebautizaron fatum, es una fuerza superior al deseo humano e incluso -según el mito- a los propios dioses, y no le permitirá vivir hasta fin de año a pesar de los cuidados y de los viajes que se han sucedido desde mediados del 2011 de Caracas a La Habana y viceversa para las radiaciones pertinentes. El pasado 15 de abril, Chávez reapareció en el balcón del palacio Miraflores para dar un breve discurso a la multitud, que lanzaba vítores y cánticos de "¡uh, ah, Chávez no se va!".




Ese mismo coro gritaba también ¡pa'lante, comandante" a solo 175 días de las elecciones, poniendo al desnudo como un gobierno puede hurtar la verdad a la sociedad. La mayoría de los venezolanos ha vivido hasta el momento ajena al avance inmisericorde del cáncer del presidente, pegado a su pélvis como una lapa, ignorando las intenciones curativas de las tres intervenciones a las que lo han sometido en los últimos 10 meses. Aferrado a la vida, según sus propias palabras, habría llegado a su natal Barinas, donde con toda probabilidad escriba el capítulo final de la novela de su vida.




"En manos de Cristo me he encomendado. Con él y en él, aqui estoy y aquí ando", dijo en Barinas. El proselitismo que haga una religión mediante sus misioneros puede alcanzar una mayor o menor expansión en el alma del creyente, pero no puede garantizar la verdadera fe. Los católicos tienen poco que hacer con Chávez, aunque durante su estancia en Cuba haya coincidido con el papa Benedicto XVI.




Un hombre como Chávez necesita la gran filosofía del ego,  que solo le proporcionan el ifismo y la Regla de Ocha en la santería cubana. Cayó en brazos de Obatalá desde el primer momento, creador del resto de orishas o deidades del panteón yoruba, y pensó quizás que, conjugando su poder y el de la deidad que lo escogió, tendría garantizada la inmortalidad, como cuando su amigo Fidel Castro logró burlar a la parca en 1992.




El patriarca del régimen cubano tuvo en esa fecha la segunda y mas importante crisis, de las tres que le han aquejado desde que se le detectara en 1983 una úlcera cancerosa en el intestino de la que solo han extirpado una parte. Como se dice en la isla, estuvo en el canto del beril, es decir a una profundidad considerable, pero sigue vivo y eso le ha hecho a Chávez acunar alguna esperanza hasta este último mes en que los médicos le dijeron que nada más podían hacer.




Ante el fervor mostrado por la multitud congregada en Miraflores, el 16 de abril último, quiso dar muestras de un carácter democrático y preguntó si debía ir a la Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias, Colombia, para escuchar complacido como le pedía el coro: ¡Reposo! ¡Reposo!. El equipo médico se hizo eco del sentir popular y le aconsejó viajar únicamente a Cuba para nuevas sesiones de radiación, aunque ya sabían que resultaban inútiles.




Fue cuando preparó el terreno para que en Venezuela ocurra cualquier cosa, desde un autogolpe a una guerra civil,  menos permitir a la oposición tomar legalmente el poder y desbancar a su Partido del camino de lo que ha dado llamado revolución bolivariana.



Habló de "conspiración" para desestabilizar el país o para desconocer los resultados de las elecciónes del 7 de octubre, aun sin celebrar, pero en la que todos le dan como ganador. "¡Si al majunche -mamarracho, como llama al candidato opositor Henrique Capriles- y a la burguesía se les ocurre no reconocer los resultados, no solo el pueblo a la calle, no... pueblo y soldados a la calle!".



Chavez a su llegada a Barinas
Alguien con el curriculo de Chávez tiene que saber mucho de golpes de estado. Protagonizó uno fallido en 1992, junto a otros mandos de las Fuerzas Armadas Venezolanas, y sufrió él mismo un intento en 2002 en su segundo período presidencial con resultado de 50 muertos y un centenar de heridos.



Este es un hombre, militar de carrera, autoproclamado de izquierdas, pero mucho después de participar en 1988 en un curso internacional en Guatemala sobre fuerzas políticas, es decir, sobre quienes pueden arrancar el poder a todo el que no se corresponda con las ideas preconcebidas por quienes tienen las riendas.



Se cree que en aquellos años, como en los 70, la llamada operación Gladio, como se conoce a los ejércitos secretos de la Organización del Atlántico Norte, en colaboración con sus homónimos de Estados Unidos y Reino Unido, para derrocar gobiernos y aplastar sublevaciones, actuaban no solo en Europa sino en América Latina.





En esa zona del planeta organizaron varios golpes de Estado, como se ha sabido después de 1990 por el entonces primer ministro italiano Giulio Andreotti al destapar todo el tinglado, cuya misión en principio era impedir una invasión soviética o el avance del comunismo tras la II Guerra Mundial.




El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el del presidente,  sabe que no podrá optar a otro mandato en las elecciones del próximo 7 de octubre y, para más inri, carece de una cantera de nombres presentable. Sin Chávez la opción es nula para la continuidad de la la revolución bolivariana. Una razón más que suficiente para que sus seguidores le quieran en la brecha a como dé lugar.



La clase social a la que el PSUV dice representar con la política populista del llamado socialismo del siglo XXI, aceptaría sin chistar ese "comando especial antigolpe" del que habló en su discurso del 16 de abril sin que percibiera la amenaza que representa para ella misma una acción así, carente de toda garantía jurídica y moral.




Su rival, Henrique Capriles, candidato de la oposición tras ganar con el 60% de votos en las primarias abiertas a mediados de febrero de este año por las fuerzas políticas contrarias a la continuidad del presidente Chávez, representa a 30 partidos. Parece más que probable que de optar este último a una reelección tendría todas las de ganar, si aceptamos el resultado de los sondeos realizados en estos días, con notables diferencias de calculo. Algunos dicen que le lleva 7 puntos de ventaja y otros 20.



Otros candidatos como el actual vicepresidente Elias Jaua y el ministro de asuntos exteriores Nicolás Maduro, nada tienen nada que hacer frente a Chávez y Capriles, aunque en esto no se pueden hacer apuestas tan elevadas hasta la recta final.




Fidel Castro, desde sus endechas cíclicas en el periódico de ámbito nacional en solitario en Cuba Granma, órgano oficial del Partido Comunista ( único permitido),  ha intentado echar una mano a su amigo venezolano y arengar a sus seguidores para que no pierdan la fe en que habrá una reelección y todo saldrá bien. Pero tales soflamas van dirigidas también a las gradas del estadio propio, que acusa síntomas de derrumbe a pesar de la chapuzas para mantenerlo en pie.




Desinformando a los cubanos, como suele ocurrir desde esas páginas, en particular en sus tituladas Reflexiones, quien impuso el marxismo-leninismo como guía de gobierno en Cuba, dice que la "oligarquía" no podrá gobernar en Venezuela y que la prensa se equivoca cuando habla de desavenencias en la cúpula chavista. Tal vez en esto último no haya error, porque de momento no se ven fisuras en el edificio del PSUV.




Como pasó en Chile, durante el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende en los años 70 del pasado siglo, los militares cubanos tienen una presencia importante en Venezuela. La diferencia es que allí tienen ascendiente sobre sus colegas del patio y cualquier cosa podría ocurrir si a Chávez le da por poner en práctica un autogolpe para situar en el poder a alguien que garantice la continuidad de su legado.




La sociedad que desea cambiar al presidente se haya constantemente amenazada por él. A primeros del pasado abril, Chávez advirtió a la banca y al sector privado contra un apoyo a los planes de la oposición para echarlo del cargo por la vía democrática. Si no lo lograran -les dijo- podrían ser nacionalizados, como hizo con la principal empresa petrolera del país en 2002 cuando las manifestaciones pusieron en peligro a su gobierno.




La caza del opositor tuvo su pistoletazo de salida con el triunfo de Capriles en las primarias. En cuanto finalizaron, lo primero fue impulsar al Tribunal Supremo a dar validez al encautamiento de las listas por las fuerzas armadas chavistas, como había hecho en 2004. En aquella ocasión, con nombres en la mano, purgó a la administración de "escuálidos" y "traidores", según sus propias palabras.




Esta vez, la mesa de Unidad Democrática, que agrupa a la oposición, apercibida de que algo así podría ocurrir, las quemó, con lo que evitó tener que entregarlas y las represalias consiguientes. Durante la redada para la apropiación de las actas electorales, murió el joven Arnaldo Espinoza.




La gran esperanza de quienes desean una cambio de régimen en Venezuela se proyecta en Capriles, quien tiene que enfrentar una maquinaria gubernamental y a medios de comunicación afines a los intereses de Chávez y articular, al propio tiempo, un discurso para traer a los sectores marginados socialmente, ante la más que probable desaparición del caudillo de la escena política.



El candidato opositor del Partido Primero Justicia, único representante de la oposición y gobernador del estado de Miranda, ha aceptado el reto de seducir a los desencantados con el socialismo del siglo XXI y asume como propio el modelo brasileño de crecimiento, puesto en marcha durante la presidencia de José Inacio (Lula) Da Silva, basado en una incentivación de las inversiones privadas y el impuslo de acciones sociales, que ayudaron al mejoramiento de la situación en los grupos más desfavorecidos y catapultaron al país sudamericano a la categoría de potencia emergente.



Su quehacer en Miranda huye del populismo y se centra en la educación, en la que ve la solución de los problemas nacionales. La mitad del presupuesto del estado lo dedica a este fin y para este año culminará la refacción de 700 escuelas. En su carrera ahora a la presidencia, el primer reto, unir a la oposición, ha quedado superado. A pesar de las constantes provocaciones de Chávez, que lo menciona como el burguesito, Capriles ha huido con éxito hasta el momento de la confrontación y no deja a su enemigo llevarlo a ese terreno.



De salir electo, acabaria con algunas prerrogatvas presidenciales promovidas por Chávez en su paranoia por el control y con leyes como la de la expropiación de tierras. El quid de la carrera hacia Miraflores es la conciencia de que resulta insostenible mantener a 28 millones de habitantes en la pobreza, un 30% del total, en un país rico en petróleo, cuyos ingresos no han servido ni para garantizar los servicios básicos. Venezuela importa el 70% de los alimentos que consume.



Caracas tiene además una tasa de 48 homicidios por cada 100.000 habitantes y la inflación ronda un 27% al reducirse las inversiones y la producción e incrementarse el desabastecimiento de los productos de primera necesidad. Toda esta situación se ha intensificado en los últimos meses por el acoso sostenido de Chávez  al sector privado, a pesar del cercano y palpable ejemplo de Cuba, a la que visita constantemente desde que llegara al poder en 1999. Solo en 2011, expropió 500 empresas.




La salida de Chávez del mando supondrá incluso un reemplazo en la marcha propuesta por él a los países gobernados por el radicalismo, agrupados en su creación: la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América, bajo el acrónimo de ALBA. En esa instancia, se observa también la imposibilidad práctica de trascendencia del socialismo del siglo XXI.

Enlazar con: http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/2011/07/hugo-chavez-la-santeria-y-los.html

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