Datos personales

jueves, 6 de diciembre de 2012

Egipto: los islamistas pierden terreno

La plaza Tahir hace dos años durante la "primavera árabe"



Por Mirta Balea



El presidente de Egipto, Mohamed Mursi, no se encontraba seguro en su Palacio Ittihadia porque las protestas civiles de la última semana le vienen dejando sin opciones y optó por trasladarse a su residencia personal en el barrio de Heliópolis, de clase media alta. Hacía tan solo cinco meses de su elección para conducir al país por las libertades y reformas, exigidas por los protagonistas de la llamada primavera árabe en la plaza Tahir de El Cairo hace dos años, cuando firmó un "decretazo" que recordó a la población la peor época de la derrocada dictadura de Hosni Moubarak.




La Guardia Republicana, cuya tradicional misión ha sido proteger al presidente, se ha desplegado frente al Palacio Presidencial con cuatro tanques y tres vehículos blindados y ha enfrentado a sus tropas contra detractores de Mursi e islamistas, que le defienden a ultranza. Los dos últimos días de protestas, que han sido los más cruentos, han dejado un saldo de 5 muertos y 377 heridos, según informaciones del ministerio de Salud.




Los islamistas fueron convocados ayer por los Hermanos Musulmanes para acallar las voces de quienes niegan al mandatario los poderes ilimitados, que absorbió por decreto, y contra la Carta Magna aprobada el pasado viernes por mayoría en la Asamblea Constituyente, controlada por los islamistas.




El vicepresidente Mahmud Mekky aseguró, en rueda de prensa, que la puerta del diálogo está abierta, lo que se interpreta por la prensa como que podrían enmendarse algunos artículos de la Constitución. La alta autoridad dijo también que el decreto que otorga poderes absolutos al presidente NO será derogado. ´




Si Mekky pretendía controlar los exacerbados ánimos de los ciudadanos no lo ha logrado. El Frente de Salvación Nacional, aglutinador de los principales partidos de la oposición y de figuras políticas, sociales y culturales del panorama nacional, sigue sin aceptar el paso dado por Mursi, quien se espera comparezca ante los medios en las próximas horas o días.




La gente ha coreado en las calles "¡Vete! ¡Vete!" como lo hacían hace dos años contra Moubarak durante la llamada primavera árabe. Hasta la prensa ha dejado oir su voz en estos días con un apagón informativo de parte de cuatro de los diarios de mayor tirada y varias cadenas de televisión. Uno de los periódicos exhibió un titular en negro, con una franja roja, en el que se leía "NO A LA DICTADURA".




Hasta su residencia de Heliópolis llegaron las protestas. Los manifestantes intentaron traspasar la alambrada instalada alrededor de la casa privada del presidente, como intentaron antes avanzar sobre el Palacio Presidencial, lo que provocó la movilización de la Guardia Republicana para impedir la acometida  popular lanzando gases lacrimógenos.  Luego llegaron los islamistas y la cosa se complicó al extremo.




Los antimotines egipcios en acción.
 




El hermano musulmán que tiene en sus manos a Egipto desde hace cinco meses aprobó el 22 de noviembre pasado un decreto por el que asumió poderes absolutos y luego aceleró la redacción de la Constitución, redactada por los salafistas. Con esto, debería, si las cosas no cambian en las próximas horas o días, darse paso a un referendo el 15 de diciembre.




La impresión es que las manifestaciones opuestas al decretazo y al contenido de la Carta Magna no cesaran hasta que el presidente de marcha atrás en sus decisiones y pacte una Ley de Leyes consensuada entre laicos e islamistas.




Mursi se ha formado al calor de los Hermanos Musulmanes, una organización que en el pasado combatió a los regímenes árabes impuestos a los pueblos tras la descolonización de los años 60 del pasado siglo, pero siempre ha tenido en su agenda imponer ellos el islamismo donde pudieran gobernar, de manera que sus principios democráticos están aún por demostrar.




Para mantenerse en el poder y no exponerse a un golpe de Estado, el presidente, que fue elegido gracias a las fuerzas islamicas, que vieron en él a su brazo ejecutor, estaba obligado a asumir todo el control del Estado para lograr la aprobación de la Constitución, que se asemeja mucho a la sharia o ley de los musulmanes, y resulta contraria a las renovaciones impulsadas por las manifestaciones de hace dos años.



Ha quedado claro para la mayoría de la población que la Ley de Leyes no sustenta el equilibrio y control derivados de una economía liberal y del respeto a las minorías y la libertad personal. El Fondo Monetario Internacional (FMI) se encargó ya de hacerle saber a Mursi que solo obtendrá ayuda financiera si realiza las reformas necesarias para cambiar el sistema.



El decreto no es solo la manifestación más absoluta de tiranía, sino que constituye también un ataque al poder judicial. Mursi intentó convencer al Consejo Superior de la Judicatura que los poderes absolutos solo serían temporales para "proteger la democracia", que sigue sin vislumbrarse dos años después de las revueltas contra Moubarak.




Si nada puede revocar el "decretazo", la supuesta protección a las instituciones como la propia Asamblea Constituyente brilla por su ausencia como se ha demostrado con la aprobación acelerada de una Constitución conveniente a la corriente más radical del islam. Varios de los consejeros más próximos al presidente renunciaron a raíz de su decisión y varias organizaciones proderechos humanos han protestado por el giro inesperado de los acontecimientos.




Los grupos laicos e islamistas siguen con sus enfrentamientos en importantes localidades como Tanta, Alejandría, Port Said y Suez y los sindicatos de jueces se disponen a la huelga.



Como paso previo para un control eficaz del ejército, el único en condiciones de desbarrancar por la fuerza el proyecto islamista, Mursi destituyó el 12 de agosto pasado al que fuera durante 30 años ministro de Defensa, Mohamed Hussein Tantawi, y cercenó a la cúpula militar. Más tarde destituyó al fiscal general del Estado- hombre también del antiguo régimen- y abrió el camino a un nuevo enjuiciamiento de oficiales implicados en la matanza de civiles durante la primavera. Como colofón blindó a la Cámara Alta y a la Asamblea Constituyente, ambas de mayoría islamista, de cualquier disolución por parte de la judicatura.




Todo esto antes del decretazo que le inmuniza de todo mal, situándole por encima de la ley y no solo en cuanto a sus implícitos poderes ejecutivos sino incluso en lo legislativo. La calle comenzó a arder en ese momento, enfrentando a laicos e islamistas, que habían hecho la revolución de conjunto hace dos años. La crisis de confianzaa abierta por Mursi con sus decisiones enfrenta hoy a laicos e islamistas, que participaron conjuntamente en la rebelión de hace dos años. Ahora sabemos cómo empezará el conflicto, pero no cómo terminará.

Enlazar con:  http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/2012/08/egipto-hasta-donde-podra-llegar-el.html


No hay comentarios:

Publicar un comentario