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domingo, 13 de enero de 2013

Venezuela: el momento de la verdad





Por Mirta Balea




El gobierno venezolano ha iniciado una represión desmedida en las últimas horas mediante los servicios de inteligencia (SEBIN) y la policia con un denominador común: la detención en sus propias casas de personas sospechosas de no simpatizar con la política del presidente Hugo Chávez.



Los detenidos, en su mayoría jóvenes, fueron golpeados y amenazados por las fuerzas públicas. Sus nombres figuran en listas suministradas a la policía por las juntas comunales, una imitación de los Comités de Defensa de la Revolución de Cuba.



La represión, más cruenta que en otras ocasiones, pretende intimidar a la oposición política, que ha convocado para el próximo día 23 una manifestación de protesta por la reciente decisión de la Asamblea Nacional de refrendar la incomparecencia del presidente al juramento de su cargo como marca la ley. Los partidos  opositores consideran que las razones parlamentarias deberían haberse sometido al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y se espera que la convocatoria marque el espíritu democrático del pueblo venezolano y su defensa de los derechos humanos.



El gobierno venezolano, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y organizaciones políticas aliadas se anticiparon a la concentración opositora el pasado día 10  para hacer una manifestación pública de apoyo a Chávez y a la decisión del parlamento de prorrogar su juramento como mandatario electo de la nación. El acto resultó multitudinario y no deja lugar a dudas del carisma y trascendencia del presidente in absentia y del que nada de sabe oficialmente desde que viajara a La Habana para ser operado por cuarta vez de un cáncer pélvico.



La Asamblea Nacional, controlada por las fuerzas "chavistas", aprobó por mayoría posponer el juramento presidencial tras haber sido reelecto en octubre pasado. Uno de los principales contrincantes, Henrique Capriles Radonsky,  estima que la decisión debió someterse al TSJ, para que se fijara una posición legal clara sobre la salida más conveniente a la situación creada de práctico desgobierno.



De acuerdo a la Constitución, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, debía asumir las funciones, pero Chávez, antes de su partida a La Habana, dejó al frente del gobierno al vice-presidente Nicolás Maduro, aún cuando no le correspondía a él tomar tal decisión. Pero algo habrá aprendido de su admirado Fidel Castro, quien durante la guerra en Angola, en la que participaban tropas cubanas, dejó a Cuba sin gobierno durante medio año y no pasó nada.



En fecha posterior, Castro informó de su decisión personal de atender prioritariamente las "estrategias" de guerra del país africano ante las cámaras de la televisión cubana como si fuera la cosa más natural del mundo. Una situación así solo puede darse en las dictaduras, donde el control es inexistente o escaso y el parlamento no pinta nada en la ecuación.



La figura de Maduro es para  Chávez la idónea  puesto que el personaje ha "madurado" bajo su ala protectora, carece de carisma, pero le parafrasea y asume sus palabras como propias, al igual que haría un clon, que carece por sí mismo de discurso. Este no es el caso de Cabello ni del ex-vicepresidente y miembro del Consejo de Estado, José Vicente Rangel. Un dato ha tener en cuenta es que ninguno de ellos supera en las encuestas un 4% de apoyo popular.



Diosdado y Rangel esperan el pistoletazo de salida supuesto tras la muerte de Chávez, que muy bien podría haber tenido lugar ya en vista de la falta de noticias sobre su estado de salud desde La Habana bloqueadas por el propio presidente Raúl Castro.



Todo augura que la euforia y la decepción serán corrientes en un canal estrecho cuando cambie la marea. Chávez no es ahora poco más que un motor quedándose sin gasolina hasta que pare y la parada se augura muy próxima. La política venezolana en la actual situación, como sucede en el baloncesto, tiene sus delitos sutiles y sus revanchas ocultas,  en una arquitectura de campaña en la que la colocación  del jugador resulta tan importante y reveladora como la velocidad.



La oposición cree que lo que está ocurriendo es un golpe de Estado encubierto, a lo que la maquinaria "chavista" respondió por boca de Maduro el pasado jueves durante la manifestación. Alertó entonces, dándole la vuelta al calcetín, de que otros partidos tengan la tentación de caer en el "golpismo" porque se podrían tomar acciones legales "contundentes". Ante la represión desatada poco después, se espera el plan de contingencia de las fuerzas armadas encargado por el Partido oficialista "para garantizar la paz ciudadana" y que podría resultar una ocupación militar del país.



Las Milicias Bolivarianas, creadas por Chávez para reprimir in situ a los disidentes de forma paramilitar, como en los buenos tiempos de las dictaduras militares del cono sur americano en los años 70 del pasado siglo, están prestas a actuar en la manifestación convocada para el día 23 de este mes por la oposición política, si la represión y amenazas no surten efecto.



La manifestación pro-Chávez contó, no solo con la participación de miles de personas, sino también con la de los presidentes de Uruguay, José Mujica, y de Bolivia, Evo Morales, junto al ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador, Ricardo Patiño. Se firmó además una Declaración de Caracas por los representantes de más de 20 países latinoamericanos, entre estos, los asociados a Petrocaribe y la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA).



La Declaración sirvió de espaldarazo para Maduro al alertar que "la salud de Chávez no debe servir de pretexto para atentar contra las instituciones democráticas", como si existiera un peligro real e inminente de un golpe de Estado por parte de la oposición. Nadie mencionó que el presidente lleva sin ser visto en público desde el 8 de diciembre, ni que la Iglesia católica y las fuerzas opositoras han pedido que una comisión mixta viaje a La Habana para determinar el estado real del enfermo.



La preocupación por el futuro del país es compartida por los gobiernos de Colombia, México, Chile y Brasil. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos podría en cualquier momento pedir a la Organización de Estados Americanos (OEA) la aplicación de la Carta Democrática Interamericana por la que solo podría calificarse de democrático un Estado en el que el presidente haya accedido al poder por la vía electoral. Esto no contradiciría en lo más mínimo la reelección de Chávez sino que cuestionaría la autoridad de su heredero.



Desde el jueves pasado se ha instalado en Venezuela un nuevo período constitucional que viola claramente esta cláusula, aun cuando se aprecie una cierta intimidad erótica entre la política de Chavez y los sectores más desfavorecidos de la sociedad, que -paradójicamente- cada vez son más pobres a pesar de los 14 años de permanencia en el puesto del susocicho.



La muerte de Hugo Chávez -que, repito, podría haber tenido lugar ya, pero que resulta seguro deberá anunciarse en fecha muy próxima- será el canto de un violín solitario. Nada de guitarras de heavy metal como música de fondo, ni que se pueda oir el riff del instrumento en un acorde lejano. No hay motivos para emocionarse ante el fin.


Enlazar con: http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/2012/10/venezuela-chavez-vuelve-ganar.html


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