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lunes, 18 de marzo de 2013

Cuba: la primavera negra


Por Aleaga Pesant

Bombardeados con mentiras y medias verdades, crecieron los niños cubanos en la década del 60 del siglo XX, bajo el influjo de la revolución. Era la época del apogeo de la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos, la guerra en Vietnam, del mayo de Paris y la Primavera de Praga.



En 1968, entre tanta información, destacaba la sanción a una joven vietnamita a veinte años de prisión. La joven era condenada por un acto revolucionario, y su sonrisa al salir del tribunal, plasmada en una fotografía, significó para los niños cubanos la victoria de los vietnamitas sobre los norteamericanos. Así, Vo Thi Tang quedó en su memoria como la muchacha de la sonrisa de la victoria.



Hace diez años se desató uno de los últimos crímenes de Fidel Castro, la Primavera Negra de Cuba. Durante tres días (18, 19 y 20 de marzo de 2003) las hordas comunistas asaltaron las casas de pacíficos demócratas, periodistas, maestros, bibliotecarios y médicos. Fueron detenidas setenta y cinco personas, aunque en principio hubo más.



Sobre la cifra, se especula que se basó en un cambio que el dictador quiso hacer con el gobierno norteamericano, por cinco de sus espías encarcelados en aquel país.  Su hermano Raúl Castro Ruz, dijo en varias ocasiones al alcanzar el poder estar dispuesto a enviar a los presos de la  llamada primavera negra a Estados Unidos, junto a sus familiares, a cambio de los agentes. Por lo que la hipótesis no parece tan descabellada.



La trama de las detenciones es tan perversa que, por ejemplo, en el juicio contra Héctor Palacioes, Oscar Espinosa, Héctor Maseda, Marcelo Cano, Marcelo López y otros, celebrado en Ciudad de La Habana, se concluía que los prisioneros eran “enemigos de la nación cubana y mercenarios al servicio de los Estados Unidos de América, con el fin de socavar las bases y fundamentos de la independencia, la soberanía, la economía y la integridad territorial del estado cubano.” A los acusados se les ocupó una máquina de escribir, una radio de onda corta, una cámara fotográfica y una laptop, entre otras "terribles armas de guerra".



Para colmo de cobardía, los arrestos se produjeron a la sombra de la II Guerra del Golfo, un esfuerzo internacional liderado por Estados Unidos contra la dictadura en Iraq de Saddam Hussein. La intención era que la noticia de las detenciones pasaran inadvertidas ante la opinión pública internacional ante el tirón informativo del conflicto bélico.



No obstante, esa fue una de las mayores derrotas que sufrió el régimen, a tal punto que tuvo que aplicar un plan B, en el cual, a partir del 2 de abril se produjeron una serie de secuestros de medios navales y aéreos cubanos a manos de supuestos demócratas. El objetivo de la maniobra era enrarecer y contaminar el escenario, para sustentar el argumento de que el régimen estaba bajo un plan de desestabilización.



La indignación internacional fue muy grande y el gobierno militar tuvo que acudir al Plan C: una caterva de intelectuales, que cobraban por la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, dependiente del ministro del Cultura, Abel Prieto, hicieron un llamamiento de solidaridad con los victimarios y vino la famosa frase del Premio Nobel portugués Saramago, hasta ese momento amigo incondicional de la dictadura: Yo, me bajo del tren.



La presión interna y externa nunca disminuyó y la dictadura no tuvo la capacidad de negociar canje alguno con Estados Unidos, a tal punto que los presos que quedaban en las cárceles a principios del 2010, fueron excarcelados y en su mayoría deportados por voluntad propia a España y Chile, aunque la mayoría se reubicó finalmente con sus familias en los Estados Unidos.



Diez años después, y aunque los héroes de la primavera negra fueron sentenciados hasta 28 años de cárcel, todos están fuera de las prisiones. Los que prefirieron quedarse en Cuba pende la posibilidad de ser encerrados nuevamente, pues sus sentencias no han sido conmutadas y se encuentran en libertad condicional bajo la llamada “licencia extra penal”.



Entre los resultados más importantes de la primavera negra está el surgimiento de las Damas de Blanco, un movimiento que comenzó entre las esposas, madres e hijas de los presos durante sus visitas en prisión.  El grupo, tenía una dirección colegiada, proyectó la figura de Laura Pollán (fallecida tempranamente en octubre de 2011 bajo circunstancias aún sin explicar satisfactoriamente), como una de las importantes políticas de la oposición democrática.


Fueron las Damas de Blanco quienes derrotaron al gobierno y liberaron a sus esposos, con sus incansables marchas de los domingos frente a la Iglesia de Santa Rita, enel habanero municipio de Miramar, y su resistencia a los actos vandálicos de que fueron víctimas. Otro resultadodel movimiento resultó en el fortalecimiento del periodismo libre en todo el país, uno de los objetivos fundamentales del ataque de la dictadura, y el nacimiento, hace cinco años, del Semanario Primavera de Cuba.


Sobre Vo Thi Tang, los niños de la década del sesenta supieron más tarde que la joven vietnamita, a diferencia de nuestros pacíficos presos en la primavera negra, era una terrorista que se disponía a ejecutar a un funcionario público cuando fue arrestada.


Cuando el miedo recorría la Cuba, en marzo del 2003, y ninguna cámara estuvo disponible para filmar a los héroes, siempre se vio en sus rostros la sonrisa de la victoria, pues todos sabíamos que el gobierno no tendría capacidad para mantenerlos presos durante todos los años a que los condenó. Eso lo sabíamos todos.
       
Este artículo ha sido publicado previamente en Cubanet. com.

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