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jueves, 3 de octubre de 2013

Estados Unidos : el presupuesto atascado.




Por Mirta Balea


Este tercer día del apagón administrativo en Estados Unidos, inducido por los republicanos del Tea Party, muestra que las acciones del Movimiento al detener la aprobación del presupuesto de la nación en la Cámara de Representantes ha dejado de momento en cueros al presidente Barack Obama.


Se han parado, por falta de dinero, programas federales no esenciales, como museos, parques, correos, zoológicos, tribunales civiles, la Agencia Tributaria, y 800 mil personas no percibirán a tiempo sus pagas.


El último cierre burocrático fue en 1995 durante la administración de Bill Clinton y duró 28 días, pero han habido al menos 11 desde 1976, siete de estos durante la presidencia de Ronald Reagan, según el The New York Times.


Por obra y gracia de la facción más radical del Partido Republicano, el país está inmerso en la ingobernabilidad práctica únicamente para que el Tea Party pueda cumplir  su promesa hecha durante la última campaña presidencial de que harían lo posible para detener el curso de la reforma conocida como Obamacare.


El Tea Party se hizo visible en 2009, coincidiendo con el  final de la presidencia de George Bush y el inicio del primer mandato de Obama. El diario español El País ha definido a sus miembros como vendedores de coches, fontaneros y médicos.


La plataforma política pública de este Movimiento parece basarse en la inconformidad con todos los estamentos políticos y los impuestos, el gasto público interno excesivo y el rescate bancario.


La Ley de Protección al Paciente y Cuidado de la Salud Asequible, que pretende ampliar la capacidad del seguro Medicaid, es ahora el centro de su ira porque la puesta en marcha conllevaría para las arcas públicas absorber un 90% de los gastos. Antes habían hablado ya en contra del aborto y del matrimonio entre homosexuales.


Para el Tea Party, la reforma sanitaria resulta muy costosa, no importa si de esta se beneficiarán varios millones de americanos.


En las pasadas elecciones, el Tea Party sacudió la estructura del Partido Republicano al colocar a un número importante de sus seguidores en el Congreso. Los intereses de estado no figuraron en los discursos de sus respectivas campañas como una de los objetivos esenciales de los candidatos a congresistas.


Obama dijo que el shutdown pretende entorpecer los esfuerzos para dotar de seguro de salud a quienes no lo tienen, esencialmente trabajadores de bajos salarios, madres solteras, algo que hace que un europeo se pregunte ¿por qué?


Algunos símiles del Tea Party en el viejo continente, pretenden, con la crisis como telón de fondo, acabar con el sistema de Bienestar Social, que siempre ha sido la marca de la casa europea, y contra esto se está luchando en varios países en estos momentos. Todo lo contrario que los republicanos americanos.


Los republicanos han vetado la reforma 43 veces en la Cámara de Representantes y, en todo caso, sigue sin obtenerse la mayoría en el Senado.


Lo más irónico de este bloqueo de los legisladores del Tea Party resulta en que al candidato republicano Mitt Romney le costó muchos votos su advertencia de parar la ley, lo que aupó aún más a Obama. El Tribunal Supremo había ratificado que la ley era constitucional ante denuncias presentadas por los conservadores.


Estas son razones para que Obama se niegue a discutir el uso del "chantaje" para perjudicar a la economía norteamericana con el veto al presupuesto de la nación solo para obligar a la Administración demócrata a cambiar o retirar la reforma sanitaria.


"No voy a negociar sobre la responsabilidad del Congreso de pagar los gastos que hemos hecho, no voy a prometer que no se hundirá en el barro el buen nombre de Estados Unidos" por la imposición de exigencias ideológicas que no han tenido asidero ni en las urnas ni en los tribunales.


Algunos periódicos norteamericanos han argumentado -para poner de relieve la popularidad de la norma- que la página web del gobierno informando sobre la misma se colapsó cuando la visitaron de un golpe un millón de personas.


Si antes del 17 de este mes el Congreso no aprueba la ampliación del techo de la deuda necesario para que el país no incurra en suspensión de gastos se visualiza una catástrofe de carácter no solo nacional, sino mundial, en medio de una crisis recesiva internacional.


Al resultar llanamente un impago, la nota de solvencia de Estados Unidos bajará mucho en las listas de las agencias evaluadoras de la deuda, el dólar se devaluará y la Reserva Federal se verá obligada a imprimir dinero dentro del límite permitido, pero que puede resultar insuficiente para cubrir el "hueco".

Algunos analistas señalan que la propia popularidad del Obamacare ha asustado a las huestes republicanas, opuestas a la carga fiscal que supone su entrada en vigor hacia el 2016.


Los republicanos gobiernan en 26 estados, que albergan a la mitad de la población del país y, la más pobre, en los del sur, donde el Medicaid  discrimina a los negros, si bien el tema de la raza no ha salido a colación en los debates de la Cámara.


Este pulso al que ha llevado el Tea Party a su propio Partido, supeditando la aprobación del presupuesto a la retirada o cambio de la reforma sanitaria, resultará difícil de ganar.


Han colocado los bueyes delante de la carreta y con el tiempo el Partido Republicano - si no ocurre ya- sufrirá un colapso institucional, divididos sus miembros sobre la acción emprendida hace tres días, cuando creyeron que como parte del toma y daca de la política en Washington sería  fácil de resolver negociando un acuerdo de buena voluntad como otras veces.



Las últimas informaciones apuntan a que Obama no está dispuesto a debatir sobre el curso legislativo del presupuesto de la nación por una ley sanitaria. Y si los republicanos no mueven ficha, el impasse se prolongará, a saber si más allá del próximo 17.

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